¡Borrachos que molestan!

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Hay borrachos y hay borracheras, pero la fauna política aporta especímenes dignos de estudio más allá de cuanto licor se haya consumido.

Cuando de frases memorables se trata, uno suele imaginarse a filósofos clásicos como Sócrates, Platón, Aristóteles o sin ir más lejos, piensa en notables hombres y mujeres que concibieron ideas transformadoras, interpeladoras de su tiempo, que si bien dejan huella y suelen ser citadas con menos frecuencia en charlas o aulas, debido a que se perdió la costumbre de recurrir al ser humano y las ideas de su tiempo. Tómese como ejemplo la frase del escritor de la ilustración francesa, Voltaire, que aseveró: júzguese al hombre por sus preguntas más que por sus respuestas. Frase  apodíctica sobre la importancia de saber plantearnos problemas y cuestionantes dignas de responder.

Una duda que se plantea dentro del quehacer político boliviano, a propósito de preguntas y respuestas, radica en la afirmación del Ministro de Defensa, Javier Zavaleta, que ante la pregunta de qué haría en caso de presentarse desmanes por protestas del 21F el 6 de agosto en la ciudad de Potosí, manifestó que las autoridades actuarán de la misma manera que se procede con un borracho que friega una fiesta: se lo saca.

Ante tan jaranera respuesta, debemos recordar una salida picaresca del multifacético Woody Allen cuando alegaba que no sólo de pan vive el hombre; de vez en cuando también necesita un trago. Parece ser que en el caso del ministro en cuestión, las libaciones de poder fueron muchas y se olvida que en democracia se debe respetar el derecho al disenso, siendo su manifestación pública una expresión propia de la libertad garantizada en esta forma de gobierno. Para respaldar lo anterior, el lector de estas líneas podrá comprobar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) propinó un fuerte tirón de orejas a España al contradecir a sus tribunales y sentenciar que quemar fotos del Rey no constituye un delito, sino una forma de libertad de expresión política. En el año 2007, Enric Stern y Jaume Roura, dos independentistas catalanes quemaron una foto de gran tamaño de los Reyes durante una protesta antimonárquica en Girona en vísperas de la visita del Rey Juan Carlos a la ciudad. Me imagino que si acá en nuestro país alguien se animara a realizar tal expresión de protesta, o reclamando el cumplimiento al resultado del referéndum realizado el 21 de febrero de 2016, debería de permitirse exteriorizar tal cometido, mientras se lo realice con ánimo pacífico, claro está.

Volviendo al ministro Zavaleta, tal vez enajenado de la delirante institucionalidad que representa y olvidando su pasado como asambleísta en el legislativo boliviano, su pronunciamiento serían las palabras de un hombre sobrio como retruécano de los pensamientos de un hombre ebrio de poder. Es una lástima no contar con representantes del órgano ejecutivo plurinacional recatados en palabras pero si verbosos en lindezas que rayan en lo risible. Es por ello que el exministro de Desarrollo Sostenible en el Gobierno de Carlos D. Mesa, Gustavo Pedraza, cuestionó la alegoría de Zavaleta arguyendo lo siguiente: “¿pero si la fiesta es en la casa y con la plata del borrachito?”. Con esa respuesta al chascarrillo del ministro Zavaleta, se interpela la legitimidad del soberano, lo que conlleva una dosis de teoría política como enseñanza de los dichos políticos de estos días.

Y con tanta alusión al estado etílico del alma de los bolivianos, mareados estamos ya todos, con el caldeado ambiente y la poca seriedad con la que se toman nuestras autoridades, la demanda popular de respeto al resultado vinculante del evento democrático denominado referéndum. Hay que reconocer sin embargo, que no es sorpresa en esta nuestra América y más en nuestro país farandulero por antonomasia, que recibe estas intervenciones públicas entre divertido y azorado.

Fuera de todo festejo, lo que debe criticarse con firmeza es la impostura por parte de una autoridad perteneciente al poder constituido, que menoscaba la expresión y el reclamo democráticamente válido por parte de la población que construye ciudadanía con sus declaraciones en defensa de la normatividad. Mientras tanto, cobra fuerza aquel adagio anónimo que dice: la realidad es una ilusión que se produce debido a la falta de alcohol. De este modo, nuestros días estarán condimentados con estos gazapos de interpretación de la realidad por los llamados servidores públicos de turno; hasta que el calendario electoral se haga efectivo y nuestro razonamiento aguante.

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