Dentro del pensamiento humano existen distorsiones que nos impiden comprender y asimilar la realidad de manera plena y objetiva. En la actualidad, la coyuntura política se ha convertido en un tema ampliamente discutido en todas las esferas de la sociedad. Sin embargo, es crucial reconocer que, en este campo, al igual que en otros, es común que se presenten falacias y sesgos cognitivos que pueden distorsionar la realidad y dificultar la toma de decisiones informadas. Por lo tanto, la identificación de estas falacias y sesgos resulta fundamental para promover un debate político genuino y basado en la racionalidad.
En principio, las falacias son errores de razonamiento que se cometen al argumentar un punto de vista. Pueden ser utilizadas de manera intencional para manipular la opinión pública o surgir de forma involuntaria debido a una interpretación errónea de la información disponible. En el contexto político, es común encontrarnos con falacias como el argumento ad hominem, en el que se ataca a la persona que presenta un argumento en lugar de refutar sus ideas, o la falacia de falsa equivalencia, que consiste en considerar dos posturas como igualmente válidas, aunque una esté respaldada por evidencia sólida y la otra no.
Por otro lado, los sesgos cognitivos son atajos mentales que influyen en nuestra forma de procesar la información y tomar decisiones. Estos sesgos pueden llevarnos a interpretar la realidad de manera parcial, lo que afecta nuestra capacidad para analizar objetivamente la información política. Algunos de los sesgos cognitivos más comunes en el ámbito político incluyen el sesgo de confirmación, que nos lleva a buscar información que confirme nuestras creencias preexistentes, y el efecto de anclaje, que hace que nuestra opinión sea influenciada por la primera información que recibimos sobre un tema, incluso si es incorrecta.
En este sentido, el presidente boliviano, Luis Arce Catacora, al igual que su predecesor del mismo partido, Evo Morales, mantienen a gran parte de la opinión pública en una falsa dicotomía: posicionarnos entre el “Evomasismo” (seguidores del MAS) y el “Masismo” (seguidores de Luis Arce), como si fueran las únicas verdades políticas bajo este sol timorato de invierno.
Pero no es la única falacia visible en la narrativa discursiva del primer mandatario de Bolivia, pues en un acto en la comunidad Berenguela, ayllu Pocoata del Norte Potosí, este 4 de julio, aseveró: “Ese golpe de Estado, hermanos, está evidenciado. El que no ve eso, está alineándose con la derecha, se está alineando con los intereses antinacionales”. Una vez más, otra falsa dicotomía, similar a la que nos lanzó retóricamente el expresidente G. W. Bush cuando se dio el terrible suceso de la caída de las dos torres el fatídico 9/11 del 2001: “quien no está con nosotros está contra nosotros.”
Sumado a lo anterior, los adláteres del presidente siguen el correlato de que fue un atentado a la democracia, un pernicioso ardid de la “derecha recalcitrante” y así un infinito discursar que promueve el sesgo de arrastre o efecto bandwagon, el cual involucra lograr oportunamente el contagio de una afirmación o verdad construida; en este caso, el creer que el presidente Arce es un salvador y que todo lo que acontece es una maquinación en contra de su acertada forma de gobernar el país.
Las anteriores muestras ratifican la relevancia de la identificación de falacias y sesgos cognitivos en la actividad política. En primer lugar, nos permite evaluar de manera crítica los argumentos presentados por los políticos y las fuentes de información a las que recurrimos, lo que nos ayuda a tomar decisiones más informadas. Además, al reconocer estos errores de razonamiento, podemos evitar caer en trampas retóricas y manipulaciones emocionales que buscan desviar la atención de los verdaderos problemas que afronta el país.
Asimismo, la identificación de falacias y sesgos cognitivos promueve un debate político más constructivo y respetuoso, basado en argumentos sólidos y evidencia verificable. Al fomentar una cultura de pensamiento crítico y análisis racional, contribuimos a fortalecer nuestra alicaída democracia y a garantizar que las decisiones políticas se tomen en beneficio de la sociedad en su conjunto.
En conclusión, la importancia de identificar falacias y sesgos cognitivos en la actividad política radica en la necesidad de promover un debate basado en la verdad, la razón y la justicia. Al ser conscientes de estos errores de razonamiento y sesgos cognitivos, podemos contribuir a una sociedad más informada, crítica y participativa, en la que las decisiones políticas se tomen de manera transparente y en función del interés común.
Por el momento, existe incertidumbre, cuestionamientos, sainetes reproducidos desde la cúpula gubernamental y mucha desviación falaz. Por ello, estimado lector, lo invito a no caer en uno de los sesgos frecuentes en presidentes y ciudadanos: el punto ciego. Es decir, aprenda a dudar de usted mismo, ya que lo que cree puede ser una deformación de la realidad.