Lo que callamos los docentes II

A los que nos consideramos educadores, sabemos que la labor de formar un nuevo profesional no pasa por lo emocional. Si bien hay que tener cierto grado de inteligencia emocional para comprender la fragilidad humana de hoy en día, el núcleo del asunto en cuanto a la educación es el lenguaje. Bien se podría escribir un aforismo: dime qué palabras usas, cuándo y cómo, para decirte cuánto entiendes del mundo.

La educación como ficción

No es que por ser personas, ya sepamos pensar críticamente, solamente porque algo no es de nuestro agrado o parecer, sino que esa criticidad ha de construirse, ha de soliviantarse y sobre todo, proyectarse en el cambio de conductas irreflexivas, como la quema de edificios, la defensa fanática de postulados politiqueros, creando opciones, para disentir, pensar diferente y generar efectivos cambios.

¡Que alguien piense en los niños!

Hay que aceptar que el sistema se encuentra carcomido desde dentro, prácticamente desde inicios de la república y que los preclaros hombres que esta patria boliviana proveyó, fueron forjados a fuego y esfuerzo propio o circunstancias propias familiares, algo así como el don innato de la búsqueda sin sosiego que marcan a cierto individuos no importa en qué latitud del planeta hayan nacido.

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