Sin duda alguna recordar las transformaciones estructurales que vivió Bolivia como entidad jurídico-política podría contemplar un riguroso análisis histórico y cierta contrariedad en lo que respecta la esencia de encontrar una identidad nacional-estatal o mucho más tormentoso aún, el ser nacional a nivel social. Sin embargo, existe todavía una herida –otros dirán oportunidad desperdiciada –en lo que se refiere a saber las razones del 22 de enero como feriado nacional; la respuesta sencilla será, es porque se celebra un año más del nacimiento del Estado Plurinacional, a lo que los acuciosos dirán, pero, ¿cuál? Es lo que pretenderemos dilucidar a continuación:

En primer lugar, la razón de derecho que lleva a considerar el “Día del Estado Plurinacional” radica en el Decreto Supremo Nº 405 de 20 de enero de 2010, una norma ejecutiva que implica una voluntad de gobierno que esgrime justificaciones en el considerando de la citada norma; surgiendo así la primera paradoja: las dos normativas en las que se sustenta el D.S. Nº 405 obedecen al sistema legal republicano (el controversial D.S. 21060 y la Ley Nº 2341) y ni siquiera justifican la “creación” del feriado.

En segundo lugar, las razones políticas recurridas en el D.S. Nº 405 referencian el día de las elecciones del año 2005, es decir, el 18 de diciembre, argumentando que ese día se inaugura la Revolución Democrática y Cultural en Bolivia. Además, se cita –seguramente la única razón directa por la que se establece el feriado –el 22 de enero de 2006 como la fecha en la que Juan Evo Morales Ayma asume la conducción del Estado en representación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos.

En tercer lugar y como segunda paradoja se invoca la fuerza normativa de la Constitución Política del Estado, interpretando que la norma fundamental determina la fundación del Estado Plurinacional el 22 de enero de 2010. Como podrá verificar cualquier boliviano (a) curioso (a), esto no es así. Ni la Constitución establece ese día en particular como día del Estado Plurinacional y mucho menos se funda el actual Estado en ese año. En todo caso, fue otro decreto supremo, el Nº 48 de 18 de marzo de 2009, el que dio origen a la denominación actual de Bolivia.

Más allá del símbolo, se generó la esperanza de una alternativa, de una forma de hacer país que traería nuevos y mejores día para Bolivia, ¿realmente se logró?

 

Frente a esta situación, se debe reflexionar en torno a la naturaleza de este día, deconstruyendo los motivos efectivos del por qué se hizo un día especial para celebrar el onomástico de una Bolivia diferente. Claramente se evidencian dos: a) Se quería dejar atrás todo recuerdo de la Bolivia discriminadora, colonial y monocultural que se había distinguido desde 1825 b) Se buscaba reforzar en el imaginario colectivo la imagen del caudillo-presidente Evo Morales, para que se vincule a la “verdadera” Bolivia con sus acciones y su forma de gobernar. Caerá en cuenta el lector que no es tan simple como solo escribirlo, sino más bien que estas motivaciones se ramifican en consecuencias de estudio que involucran la deslegitimación, ausencia de legalidad y manipulación de la cosa pública. Claro ejemplo de ello es que la legislatura de la Asamblea Legislativa Plurinacional ya no comienza cada 6 de agosto sino cada 22, generando incluso confusión, cuando la presidencia debe rendir dos informes de gestión, uno para el día de la fundación de la República y otro para el día del Estado Plurinacional.

Por último, se debe reconocer que más allá de la artificial manera de hacer gestión pública del pasado gobierno, no es un día para dejar de lado, o añorar la República porque sí; puesto que se presume la constitucionalidad –según el artículo 4 del código procesal constitucional –de la norma que crea este día; lo que debe provocar en nosotros es la necesidad de mirar adelante, conociendo los detalles y pormenores de la historia reciente de nuestro país para poder explicar si más allá del nombre se pudo cambiar el país de todos para bien, o más bien se radicalizó y polarizó a la sociedad, cayendo en la falacia de la falsa dicotomía, instrumentalizando el derecho para ello. Decida y argumente usted, estimado lector.