Existe un ánimo festivo en torno a todo evento posible en Bolivia, ello es verificable si se analiza la condición social en la que nos encontramos asistiendo a un “egreso de inicial-nidito, de primaria u otra etapa educativa”; la cantidad de fiestas patronales que superan las 200 en nuestro territorio, la raigambre que afirma el espíritu folclórico del ser boliviano reflejado en cómo se celebran los carnavales ya sea en el corso cruceño y otra veintena de eventos vinculados a esta festividad, así como las celebradas en la entrada de Oruro o el corso de corsos cochabambino, sin dejar de lado la apoteosis de comadres-compadres en Tarija.

Pero, ¿cómo se vincula la democracia con el ánimo algarábico del sujeto social boliviano? Precisamente a propósito de la poca seriedad con la que el ciudadano de a pie asume la democracia, asimismo, la distancia que se asume desde la forma de gobierno que se ostenta desde la CPE y el cuestionado artículo 11, donde se establece que el sistema de gobierno en Bolivia es la democracia directa, participativa, representativa y comunitaria; hasta la realidad fáctica de “lo que es la democracia”. Por la historia y su revisión se sabe que la democracia de hoy no es la que inició hace 38 años a efectos de su “recuperación”, así como tampoco es la que se inscribía en la primera norma fundamental de la República boliviana.

Lo que debió haber evolucionado como contenido se perdió en el marco institucional de considerar al proceso electoral y al acto de votar como sinónimo de democracia. La denominada “fiesta democrática” es asumida como el encuentro entre el ciudadano y el ánfora donde deposita su confianza, siendo que la democracia implica una sustentabilidad institucional que sea el súmmum de lo que las personas esperan para cobijarse socialmente ante todo problema posible. Hay un más allá, no obstante, y ello viene a tono con formar a la ciudadanía dentro de la cultura ciudadana y de la legalidad; elementos olvidados y reemplazados por el efectismo palurdo de retóricos discursos, pseudo-propuestas que recaen en enterrar el compromiso de la población con su futuro.

La culpa no es del Estado ni de la apatía ciudadana, solamente, sino que les corresponde un mea culpa compartido a ambas partes, para dejar de afirmar sendos discursos que respaldan el vacío de nuestra democracia, que en edad ya entró en la adultez, pero en la materialidad es aun infantil y frágil, convirtiendo a cada elección nacional en un momento “histórico” que es llamado así solamente porque los medios de comunicación y ahora las redes sociales, lo establecen de ese modo. En realidad, se da un círculo vicioso donde el ciudadano no avanza y la institucionalidad no se transforma de forma real, se maquillan los cambios, y una Asamblea Constituyente que debió tener legitimidad, fue manipulada políticamente con intereses mezquinos, por ende, el resultado fue un conjunto de disposiciones con significantes vacíos, por ello no se vive la democracia, se la usa de justificación para cometer caprichos más o antojos menos, de politiqueros que aspiran a la gloria que jamás poseerán.

¿Por qué? Porque desde la lingüística gobernar será siempre un verbo transitivo, hacía las personas, para los demás, no para uno. Desde la política como pluralidad y desprendimiento que debe plasmarse en la entrega voluntaria para ceder criterios procurando integrar a los bolivianos, no fragmentarlos más de lo que la geografía, los hábitos y la historia lo hicieron ya. Hay que festejar, pero no un año más, como si fuera un logro excelso, sino el hecho de que cada vez haya más personas que despierten y sean ciudadanos en ejercicio que ponderen la realidad democrática como la convivencia de todos y para todos. Pasar, en definitiva, de lo formal a lo vivencial, exigiendo gobernantes y no candidatos que gesticulen palabrillas seductoras en spots, foros o entrevistas pre-condicionadas a sus intereses. La democracia que no fue, puede ser aún más que el triste refugio de mediocres que aspiran a gobernarnos, para que eso suceda debe ser usted un ciudadano exigente, real y comprometido, caso contrario seremos la anécdota de lo que siempre quisimos, pero no tuvimos la valentía de lograr.

DEMOCRACIA

38 años de su ejercicio

A propósito de la poca seriedad con la que el ciudadano de a pie asume la democracia, asimismo, la distancia que se asume desde la forma de gobierno que se ostenta desde la CPE y el cuestionado artículo 11, donde se establece que el sistema de gobierno en Bolivia es la democracia directa, participativa, representativa y comunitaria...